Si me preguntaran por qué un empresario de éxito ya establecido en el campo de la construcción, la seguridad vial, involucrado en el textil y el sector terciario avanzado, decide invertir en el sector vitivinícola, la respuesta sólo podría ser una: Amo mi tierra. Me encanta porque tengo un apego inquebrantable a mis orígenes, soy ante todo hijo de agricultores, con una infancia y adolescencia transcurridas en el campo entre gente humilde y honesta en Torrecuso, donde nací y donde vivo gestionando mis actividades. Sólo quienes han crecido y viven en contacto con la tierra, con el sol, con el aire y con el agua, sólo quienes son portadores de una sana cultura del trabajo podrán transmitir a las generaciones futuras, y en primer lugar a sus hijos, las fuertes emociones que se unen al sudor y la dureza del trabajo en el campo. Fusionar estos sentimientos con la tecnología más moderna, con la experiencia y la profesionalidad, con el deseo de producir y comercializar convivencia, calidad, emociones, fue un paso casi obligado para quienes como yo, que desde hace años tenemos como primer objetivo el de dar a conocer nuestro territorio en Italia y en el mundo.